Tramo Once

Es el Balcon des del que me asomo para dar fe de mis memorias cofrades

miércoles, 5 de febrero de 2014

El tiempo detenido... la Quinta Angusti

Es imposible describir la escena porque el lenguaje es discurso en el tiempo. El misterio de la Quinta Angustia es todo lo contrario: el tiempo detenido. Ni la víspera  del descendimiento que se representa en La Carreteria ,ni el momento posterior que aparece en La Mortaja. Es el tiempo detenido, coagulado en la sangre que ha dejado de fluir por las arterias de la historia.

Puro instante. El Barroco llevado a su extrema tensión  temporal. El Cristo no esta  en la cruz, ni en el regazo de Maria , esa mujer que siente en su pecho la llaga que le esta miniando el alacrán insomne del dolor. El Cristo esta en el aire templado de una tarde que busca las tablas de la noche antes de hundirse en el catafalco cegador de la Madrugada.


Es imposible contar algo que escapa de los sucesivos capítulos de la narración. Fracasa el escritor cuando se pone manos a la obra, cuando se pierde en el laberinto de la muerte que no tiene explicacion. El misterio no solo esta en la ruptura de las coordenadas que sucede en la mañana de la Resurreccion, cuando el Hijo del Hombre se aparece a Maria Magdalena y le deja la frase enigmatica prendida en el amanecer mas claro: Noli me tangere, o sea, no me toques. El misterio tambien anida en este teatro barroco donde la imagineria logra la cota mas alta, pues plasmar el tiempo de una forma tangible es algo que raya en el prodigio. El misterio es la muerte del Cristo, que no del hombre. Esa condicion de ser desvalido, casi invertebrado. Entonces se oscurece la luz del Jueves. Todo se vuelve de bronce sordo, de tiniebla como caoba vieja. Y los ojos ven por dentro. Este Cristo esta ahora mismo en esos hospitales donde cada noche se dicta la sentencia en forma de diagnostico sin luz.

La Quinta Angustia no es una representación , sino la verdad. Va mas allá del Arte mayúsculo que organiza el cuadro en un engranaje perfecto. La Quinta Angustia es la quintaesencia de la vida y de su reverso. Muerte elevada a categoria de belleza. Dios en desequilibrio inestable. Cristo sonando con un jardín de Belen, con una caricia maternal junto a un pesebre encendido. Infancia oscilante. Dios desvalido y por eso mismo vencedor de la carcoma del tiempo. Cuando regresa envuelto en la noche que por otros lares ya gallea en trompeteria macarena, Jesus esta resucitando en el bronce mudo de su paso. No suenan campanas. Es el silencio mineral, que se rinde ante la evidencia. Dios es capaz de detener su creación primera: el tiempo.