Tramo Once

Es el Balcon des del que me asomo para dar fe de mis memorias cofrades

martes, 25 de diciembre de 2012

Una noche de Navidad


LO que nos prometió la Esperanza Macarena hace una semana se cumple hoy. Esta noche nace el Gran Poder. Natividad y Epifanía se superponen en San Lorenzo porque el mostrarse de Dios en carne humana es ya también, inevitablemente, la manifestación de su poder y su imperio, de su majestad y su gloria. Es sabido que Núñez Herrera dijo que el Gran Poder es el Dios honrado y fuerte que aún lleva prendidas en su túnica briznas de la carpintería de José. También lleva pajas de la cuna de Belén. La resurrección convirtió estas pajas y estas briznas -pesebre y taller- en los hilos de oro que la devoción fue bordando sobre sus túnicas como una enredadera de oraciones. 

Este Señor del Gran Poder es el niño que nació en un establo, se salvó de la matanza de Herodes, conoció el exilio, vivió la modestia de un hogar artesano en la pobre aldea de una nación sometida al poder de Roma. Este Señor del Gran Poder es el primo del Bautista degollado, el predicador que recorrió los campos de Galilea seguido por un breve séquito formado por pescadores, un indeseable recaudador de impuestos y un tipo que acabaría traicionándole. Este Señor del Gran Poder es el hombre aterrado, angustiado, detenido, interrogado, vejado y torturado. Y el Dios que, escandalosamente, hizo de la cruz que le aplasta el trono desde el que reinaría después de muerto. 

Nadie pudo arrebatarle su dignidad de hombre. Por eso acuden a él los humillados y los ofendidos, como si su altar fuera un tribunal y su imponente imagen, el juez compasivo con las víctimas e inflexible con los verdugos. Nada pudo arrebatarle su poder de Dios. Por eso acuden a él quienes buscan al que acoge los corazones quebrantados. 

Las grandes imágenes de Sevilla son palabras de Dios esculpidas. El Gran Poder es la Biblia entera esculpida. Nada lo define mejor que las palabras que Pascal anotó apresuradamente la noche del 23 de noviembre de 1654, tras haber visto con sus propios ojos a Dios: "Fuego. Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob y no el de los filósofos y los sabios. Certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Grandeza del alma humana. Llanto de alegría". Lo que Pascal vio lo había esculpido Juan de Mesa 34 años antes para que todos cuantos vieran al Gran Poder sintieran ese fuego, esa certeza, ese sentimiento, esa paz, esa grandeza del alma humana. Y les fuera otorgado el don de las lágrimas. Felicidades. Nos nace el Gran Poder.

martes, 17 de julio de 2012

Trovador de Sevilla


Llevo todo el año sentado en mi puerta ,

todo los dias impaciente ,

para ver pasar tu agonía Cristo de la Buena Muerte,

llegaba debajo del arco ,

de su arco del postigo ,

hay madre madre mía que suerte ,

 que ha pasado por mi puerta el Cristo ,

mi Cristo de la Buena Muerte.


Paco Palacios (El Pali)

                                  

sábado, 30 de junio de 2012

La Nostalgia

Esta es una, por no decir la única entrada en la que no se como expresar, en esta yo no quiero narrar lo que siento, quiero ir al por que de ese sentimiento. Sólo disfruto 40 días y cuarenta noches al año(pero que cuarenta dias y que cuarenta noches como diria el maestro Antonio Burgos). Ese disfrute empieza halla por el mes que a los andaluces nos recuerda nuestra tierra, y acaba con el primer domingo de Pascua. Es por así decirlo, una historia de amor, que siempre se repite con el mismo resultado, cuando se acerca, crece, vuela, sueña, hace ilusionar... y que termina desengañando y desenredado todo aquello  que tiempo atrás fue ilusión y ahora es nostalgia. Algo más que un sentimiento. Ahora que está tan lejos la recuerdo, la busco como si de una persona se tratara. Todos los que amamos esto necesitamos personificar esa semana, necesitamos darle vida para que forme parte de nuestro día a día. Da igual como se la llame, es única  y año tras año se repite llenándonos y vaciándonos el corazón en tan solo una semana. Siento nostalgia, por no tener a "esa persona" que desaparece haciéndose notar mucho más que su presencia. Preciosa tristeza con la que se la recuerda.   Creo que nunca voy a poder hacer una reflexión clara de esta pasión o sentimiento, da igual como cada uno lo llamemos, es único. Como cada año la historia de amor se repite, empezando y terminando de la misma forma triste pero maravillosa. Esa persona, a día de hoy es imposible tenerla, sólo nos queda nuestra reflexión a lo largo del verano. Lo único que  nos queda es llenarnos de Nostalgia.....

lunes, 28 de mayo de 2012

La Semana Santa del hospital



Cofradías por la calle, esplendoroso Lunes Santo que de apenas nada ha pasado a ser uno de los días más granados. Gloria de Jerusalén conquistada, de Jerusalén liberada, la Virgen del Museo mirando arriba, a los recuerdos, el silencio de las hermandad de Santa Marta haciendo clásico lo que mirado en el espejo de la historia de la ciudad tan nuevo es... Yo me acuerdo ahora, lector, de una frase que me dijo una tarde de Viernes Santo mi abuelo Manolo sentados los dos en un velador del Sardinero
-- Mario, este año he comprendido que la mayor penitencia es no poder salir a ver las cofradías, eso sí que es penitencia, más que ir descalzo con una cruz detrás de un paso
Hace uno dias cuando mi amigo Antonio me comento un proyecto de la Hermandad para los mallores, pensé en la penitencia de los ancianos y  enfermos . Un hombre querido estaba en el hospital, y sabíamos que tenía sacada papeleta de sitio para el inexorable paso de La Canina, en cuyo cuerpo de nazarenos estamos todos apuntados. ¿Conocen la Semana Santa de los hospitales de Sevilla, ? Esa sí que es la otra cara, tan desconocida de la Semana Santa. En el pasillo, suena una radio con una marcha, que alguien pone bajita, para no molestar. Pero suena. Y nos va diciendo que fuera, en la vida, en la Salud, existe la primavera, está ausente el dolor, no hay lágrimas, Sevilla como nueva Jerusalén del Apocalipsis, ataviada como una novia de naranjos en flor y de incienso por las esquinas... El enfermo, en los relojes blandos de la cera del dolor, quizá pregunta:
--- ¿Hoy es Lunes Santo o es Martes Santo, hoy no es cuando sale el Baratillo?
--- No, abuelo, el Baratillo sale pasado mañana...
--- Ah, ya...
Y se hace de nuevo el silencio en aquel cuarto del hospital. Desde el pasillo, desde el cuarto de las enfermeras, suena quizá ahora un televisor que está retransmitiendo la entrada de un paso de palio en La Campana. Estrella Sublime. No hay estrellas en el cielo de luces apagadas de esta habitación. Aquí sí que hay una cofradía de penitencia, en silencio, apenas roto por esa radio de las marchas, por ese lejano televisor de la entrada de un palio en La Campana. Aquí, en estos otros silencios de la Semana Santa, en estas otras penitencias de la Semana Santa, sí que es todo como una larga madrugada. Entran las batas blancas como recuerdos de túnicas de nazarenos de La Cena, de San Gonzalo, de esas cofradías de barrio que este hombre querido no verá este año.
Y es entonces cuando el acompañante del enfermo de la otra cama nos habla de las hondas Semanas Santas de los pueblos:
--- Tiene que venir usted un año a ver la Vera Cruz y la Soledad, aquello si que es bonito, nosotros somos mucho de la Soledad...
Soledad de cuarto de hospital, lentos los días de la Semana, sin olor a garrapiñadas, más que el humo del caldo que se adivina llegar por los pasillos. Aquí no hay espinacas con garbanzos de vigilia ni bacalao con tomate. Y hasta se nota cuando van llegando los días grandes. Es siempre Jueves por la tarde cuando, sin saber cómo, al silencio penitente del pasillo del hospital llega un niño vestido de nazareno. Túnica de capa. Nazareno de Los Gitanos, nazareno de la Esperanza de Triana, nazareno de la Macarena...
--- Es que viene para que su abuelo, como todos los años, lo vea vestido de nazareno...
--- Abuelo, toma un caramelo, no veas la cantidad de ellos que me ha comprado la tita...
Y en el televisor del cuarto de las enfermeras, Campana del dolor y los silencios, sigue entrando triunfalmente un palio en la Campana. Cuando estéis en la gloria de unas bambalinas que suenan, pensad, sevillanos, en estos silencios del inmenso dolor de la penitencia de no poder ver la proclamación de la gloria en la ciudad...

martes, 22 de mayo de 2012

La fugacidad de la Macarena



¿Vio Juan Ramón Jiménez alguna vez a la Macarena? Cuando en la Madrugada de los ritos la veo ir llegando por la Resolana a dar la revirá de los Altos Colegios, me acuerdo siempre de aquellos versos juanramonianos y se los digo como una difícil oración civil: "Vino primero pura, vestida de inocencia, y la amé como un niño..." ¿O es la Macarena el soneto de Quevedo a Roma, entre bambalinas y cirios verdes? "Lo fugitivo permanece y duda"... Da la Macarena la revirá de los Altos Colegios y la espera ese largo túnel de la penumbra de la calle Anchalaferia, el capataz con las agujas que tiene el reloj clavadas como una espada de Damocles que lo amenaza si no está a su hora en la Campana, y pasa la Macarena. Pasa la Macarena se llama la vieja marcha de recuerdos de la coronación, de mañanas de saetas de La Marta y de humo de los calentitos de los armaos del Melli. Pasa la Macarena y, Quevedo, solamente lo fugitivo permanece y dura. En la ciudad de las arquitecturas efímeras, el instante de gracia, el relámpago de perfección de ese instante, un solo instante, que nos dura la presencia de la Macarena, el perfil de la Macarena.



Que de frente y de perfil... decía la vieja saeta de la Esperanza. Tres cuartos de perfil para la fugacidad. ¿Quién puede ver de frente a la Macarena en la calle? Acaso el capataz, acaso el hermano mayor con su vara dorada, acaso los viejos macarenos de los cirios verdes y el raído terciopelo del capirote. Todos vemos a la Macarena de perfil, porque la Macarena está hecha para la fugacidad de una contemplación lateral. Este año, el día de la Esperanza, me fui a la basílica a la hora en que no hay nadie en el besamanos de la Virgen. A la hora del almuerzo. En la iglesia vacía, podías irte paseando en un ángulo de 180 grados sin dejar de mirar a la Virgen y sin que bulla alguna te molestara. En esa soledad de la hora del almuerzo del 18 de diciembre podemos ver de cerca esta maravilla que ahora pasa de lejos. Aunque la Esperanza es una Mujer a la que es muy difícil aguantarle la mirada, de la fuerza que tiene, allí, en el besamanos, puedes irla mirando desde un lado a otro de su cara, si te vas avanzando lentamente por el crucero, delante de donde Ella está, poderosa, con el manto arrastrando sobre los escalones del presbiterio,y con el sillón de la Virgen

de los Reyes en su versión macarena al fondo.

Observas entonces lo que ahora no puedes apenas contemplar, en la fugacidad del amanecer, tras el primer sol, tras el recuerdo de aquellos pañuelos blancos por una saeta del señor Manuel Torre. Que diga lo que diga la saeta, la Virgen es más guapa de perfil que de frente. Y que, como todas las mujeres entre las que es Bendita, tiene mejor un perfil que el otro. La Macarena, siendo la perfección, tiene más bello el perfil izquierdo que el derecho. Será para irnos diciendo que hay que verla desde la acera de la plaza de la calle Feria donde se ponen las mujeres de los armaos, será para decirnos que hay que verla desde Las Siete Puertas cuando va, poderosa, hacia las columnas de Hércules para refundar la ciudad de la madrugada. Será para irnos diciendo que hay que verla desde delante del escaparate de los nazarenitos de Ochoa, desde las sillas de la esquina de la Punta del Diamante, desde el Bar Gonzalo, desde Los Caminos, desde la puerta del zaguán romano de la casa del Conde de Lebrija, desde el Archivo de Protocolos, desde casa de Pavón.

Pasa la Macarena, y la gente del barrio se queja, hijo, Antonio Santiago, qué ligera lleváis a la Esperanza, a ver si le dices algo al hermano mayor, porque a esto no hay derecho... No hay derecho, ni izquierdo en los perfiles, no hay busto imperial en la visión frontal. En esta fugacidad tiene la Esperanza su grandeza. Tened alados los pies de vuestras alpargatas, costaleros de la Esperanza, para que nunca nos falte el efímero gozo de esta fugacidad de la eterna perfección de la Macarena.

viernes, 27 de abril de 2012

Los ojos del nazareno

A Luis Núñez , nazareno de la Universidad ,y mi hermano de sangre verde.

En "Proverbios y cantares" el hermano de Manuel Machado dedicó a Ortega y Gasset esta soleá de tres versos

"El ojo que vesno es ojo
porque lo veas;
es ojo porque te ve."

He recordado esos tres versos muchas veces tres en estos días del gozo, mirando asa los ojos de ese nazareno de negro, de cola y esparto, que en una parada de la cofradía baja su cera y se queda junto a donde estás viéndola pasar, y sin decirte nada, te mira fijamente, como queriendo decirte algo.

 Los ojos del nazareno miran tus ojos. Sin pestañear. Ojos claros de los nazarenos. ¿Por qué hay tantos nazarenos con los ojos claros? ¿Será que el negro ruán del antifaz se los pone en la noche de la color del cielo de Sevilla? -Si es difícil mantenerle la mirada a una mujer que amas, más a ese nazareno enigmático cuyos ojos te miran tan fijamente entre chicotá y chicotá del paso, antes de que levante la cera y se ponga el cirio al cuadril de su gastado esparto. Esos ojos de los nazarenos de las cofradías de silencio parecen todos que quieren decirnos algo. ¿Qué nos dice con su mirada el nazareno que permanece a nuestro lado hasta que de nuevo los goterones de cera de los cirios vuelven a ser el reloj de arena que marca el lento tiempo de Sevilla, los minutos que desgrana el péndulo del incensario? ¿Están vivos los ojos del nazareno que te mira o son los ojos de los nazarenos muertos, que hoy, esta tarde, esta noche, vuelven a venir por el camino más corto a la tierra que habitaron, al mismo camino de la estación de penitencia de cuando eran jóvenes, y estaban enamorados, y tenían todavía toda la vida, toda la primavera, por delante? Yo creo que los viejos nazarenos vuelven y se reencarnan en esos nazarenos de manos arrugadas que te miran con ojos de cansancio.

Hoy quiero creer saber o creo querer saber lo que nos dicen los ojos del nazareno, a la luz de los tres versos de Machado. Los ojos del nazareno existen porque nos ven a nosotros. Creemos que los nazarenos de estas silentes cofradías no ven, no oyen. Viendo la cofradía, hablamos inconveniencias y secretos en su presencia. Como los señores de las casas grandes con los criados que les sirven la mesa, creemos que los nazarenos no nos oyen, no nos ven, no saben quiénes somos. Al cabo del tiempo, alguien nos dice:-- Vaya tela ver cómo estabais Paco y tú poniendo a Manolo , de arriba a bajo , mientras veíais mi cofradía... -- ¿Y tú cómo lo sabes? -- Porque yo era la tercera pareja del quinto tramo de Cristo y en un parón me llevé un buen rato a vuestro lado... Los ojos del nazareno van pasando revista a Sevilla. Van contando ausencias. Los ojos del nazareno nos miran tan fijamente porque se alegran de vernos donde todos los años donde siempre cuando pasa su cofradía. Los ojos del nazareno son como las miradas de la plaza de los toros, cuando luego te dicen:-- Ayer no estabas en tu sitio... ¿Fuiste a otra localidad o es que te pasaba algo? Los ojos del nazareno son notarios de la vida y de la muerte.

Los ojos del nazareno, este año, ay, echarán de menos a aquel abuelo que siempre estaba con sus nietos viendo la cofradía en esta misma esquina donde a él le llevaban sus padres cuando chico. Los ojos del nazareno, ay, echarán en falta aquella exacta saeta de Pepe Peregil al pasar por delante de aquel mismo balcón de todos los años... Los ojos del nazareno son ojos porque nos ven y contemplan cómo el tiempo teje y desteje el manto silencioso de la ciudad.


domingo, 25 de marzo de 2012

Una noche de Febrero

Como casi siempre los homenajes no llegan en su debido momento, pero el que escribe, más que para recordar,  lo hace esta noche de Febrero, ahora, por necesidad .

Necesidad de mostrar mi gran admiración y cariño hacia una mujer. Una mujer que supo vivir hasta los últimos momentos de sus 95 años. Una mujer que se aferraba a la vida en su ultimo adiós, como lo hiciera cada día con la más envidiable de las energías que pueda tener un ser humano.

Mujer hecha a sí misma, adelantada a su tiempo, con una personalidad arrolladora, con un carácter duro, quizás marcado por la dureza de su época. Tierna y cariñosa con sus niñas y sus niños. Presumida y coqueta, trabajadora, honrada, divertida y familiar, muy familiar .

Mujer que fue esposa. Mujer que era madre, suegra, abuela y vecina. Una mujer que siempre fue la piedra angular de una familia que se ha mantenido unida hasta el final de sus días. Una mujer que en su vida crió y saco adelante a sus tres hijas, que crió a más de un nieto  y una mujer que ha marcado la vida de muchos de los que hoy estamos aquí. Afortunada por disfrutar  tres generaciones de los suyos . Lo sabía y creo que por eso vivía con tanta intensidad cada uno de esos momentos que nos regalo.

 A todos y a cada uno de nosotros nos ayudo de una manera u otra. Cada uno de los días que yo pude estar a su lado nunca me pasó desapercibida .Te planchaba una camisa antes de que se lo pidieras, te hacia de comer en cualquier momento, te esperaba despierta por la noche hasta la hora que llegases, te cogía las razones de tus amigos o amigas según le calleran, te preguntaba con quien ibas o salías y siempre estaba para lo que te faltase .

Esta mujer o mejor señora, SEÑORA con mayúsculas, es mi abuela,  mi abuela Pilar, por si alguien tenia dudas. Y  hoy, hoy Tengo la sensación de que en los últimos días de su vida, le hubiera gustado compartir conmigo alguna que otra charla más, pero por mi forma de ser o por circunstancias personales, se quedó solo en dos o tres encuentros, en un espacio de tiempo donde habrían cabido algunos mas. Hoy quiero charlar contigo y por eso necesito escribirte  y si cabe pedirte  disculpas.

Por eso y por mucho más hoy no puedo callar, y quiero que todos sepáis quien fue, es y será , mi abuela Pilar, un referente de cariño, sacrificio y humildad para toda mi vida.

Por siempre en mi corazón que en gloria estés abuela.        




En Memoria a Pilar Coronado

25 de Febrero 2012
     



martes, 6 de marzo de 2012

Luz de Cuaresma

Hoy llega la luz teñida de claridad, viene con matices de ausencias, con el cegador resplandor de las cosas recién estrenadas, el relumbre que anega las virtudes que se presienten con la ilusión renovada, nuevos ensueños que rejuvenecerán las emociones y que nos elevarán a la cúspide donde yace la nostalgia.

Hoy la luz si es distinta. Es una luz preñada de inquietudes, de esencias que removerán el alma hasta exaltarla, que resanará las viejas heridas del tiempo, que recuperará las alegrías que estuvieron vegetando en las profundidades de la añoranza. Es esta luz única, que baña la tierra para dorar  y construir escenas que solo son posibles en la Cuaresma sevillana y que misteriosamente se va imponiendo para ensalzar la melancolía que hace feliz a quien la recibe. Esa luz de tarde un martes cualquiera de Marzo , paseando entre alcázares , y conventos .Esa  luz es sólo comprensible desde el punto de vista de los nacidos en esta tierra heredada de  la Híspalis romana, un estatus de sobriedad que adquiere dimensión de gloria con la embriaguez de la hermosura visual de una azulejo trianero, proyectándose al mundo  desde su localización en el alabastro donde fue depositado .

Hoy la luz viene anunciando la buena nueva de la recuperación del tiempo que creíamos olvidado, de aquella mentira que nos fueron imponiendo los días, las semanas y los meses .Viene envuelta en la celosía de la presunción, de la inmodestia innata de su altanería, con el orgullo encumbrado sobre el pedestal que lo muestra con la galardón del fiero combate que acaba de librar contra las tinieblas, contra la oscuridad inmediata, que ahora sestea en los campos de la derrota, esperando el retorno de su gloria, del tiempo en el que se adueñe de la pesadumbre y las sombras prevalezcan anestesiando las emociones, alejándonos de los instantes que ahora son nuestros.

Es esta luz de los primeros días de marzo la que nos devuelve la sinrazón, la desmedida frivolidad de las querencias y devociones, la que nos altera los índices del orden con altares imposibles , la que nos provoca con la inmediatez de la dicha hasta exacerbar los sentidos. Es esta luz la primicia sobre la belleza, la que despereza la rutina y la vuelve menesterosa ocupación, en un ir y venir de emociones, en apresurarnos en la convicción de lo bueno que está por llegar, es la voz traslúcida que nos pregona la ruptura del alma hasta que la Niña, que va a cumplir diecinueve años, para suturarnos las heridas y recomponernos el cuerpo en mañana de un viernes santo, y repliegue su luminiscencia porque será eclipsada por el fulgor de la Bienaventurada, cuando la proclamada Bendita entre todas las mujeres anegue con su luz el cielo de la Resolana.

lunes, 27 de febrero de 2012

El Señor de san Nicolás

Siempre me resultó impactante la mirada perdida de este Nazareno de la Salud, que parece contemplar el vacío, y es ahí donde se nos clava. Señor de San Nicolás, que tiene tras de sí una historia larga y profunda, de devociones reconvertidas. Fue en otros tiempos el Nazareno de la extinguida cofradía de la Antigua y Siete Dolores. Contaban los cronistas que esta hermandad, arraigada en la collación de la Magdalena, fue una de las más ricas de Sevilla. ¿Cómo pasó de la pujanza material a la extinción espiritual? Es asunto para reflexionar. Fue como un coletazo de la decadencia del Antiguo Régimen, a la sevillana. Se perdió una cofradía de la alta sociedad de la época, mientras sobrevivieron otras de gremios o barrios populares, cada una con sus vicisitudes.


Esta imagen del Nazareno de la antigua cofradía extinguida, pasado el tiempo, fue trasladada en 1880 a San Nicolás. Allí empezó a recibir culto como Jesús de la Salud, en recuerdo del titular de la cofradía de los Gitanos, que se había ido a San Román. Los feligreses de San Nicolás, ante esa ausencia que sintieron, solicitaron otra imagen de un Nazareno que les permitiera mantener el fervor de tantos devotos. Y allí estuvo, como imagen sin cofradía, pero como centro de devociones, hasta que en 1921 se fundó La Candelaria. Es conocida la historia de la hija de José Ruiz Escamilla, Pepe el Planeta, cuya milagrosa curación fue atribuida al Señor, aunque está acreditado que sucedió después de fundarse la cofradía. La leyenda forma parte de esa historia.
Hoy , cuando presida el Vía Crucis, veremos de cerca a una de las imágenes más a infravaloradas de la Semana Santa de Sevilla. Me refiero a que algunos la ven por debajo de su valor artístico real, que es grande, como corresponde a una obra atribuida a Francisco de Ocampo. Que sea diferente de lo habitual, por ser de talla completa, no la desvirtúa. Que sea de tamaño académico, algo inferior al de las tallas de vestir, no la minimiza en nada. Las imágenes sagradas nunca se han valorado por sus medidas.

Por el contrario, la devoción que ha despertado a lo largo de los siglos este Señor de San Nicolás es inconmensurable. Se extinguió su antigua cofradía, pero los tiempos le llevaron a otra, que aún no ha cumplido el siglo. Los caminos de aquel Nazareno se quedaron en San Nicolás para que desde allí nos diera salud con su mirada de amor.

lunes, 6 de febrero de 2012

Paseando por Francos

Era una mañana fría y luminosa , de esas que pare final de enero en las calles húmedas del centro ,donde los escaparates no tienen ojos para verlos y de tras de los cristales , el deseo lo marchita el frío . Era una de esas mañanas en las que sueñas con brotes blancos en los naranjos y niñas estrenando primaveras en sus labios , con Sevilla en la calle a la búsqueda de sus crucificados y esquinas donde verlos . Era una mañana de enero tardía , húmeda y solitaria , sin clientela que la pisara y trasminando, des de los sótanos arqueológicos de sus remotas edades , los fríos de Roma y Damasco.Calle Francos . Con brochazos de soles en las esquinas mas congeladas.


Uno estaba repasando en la memoria el verso de Murube sobre el jardín final . Aquel que te entrego la sabiduría en el nombre del padre "Esta fuerza secreta de las savias / crece en la soledad de su belleza / hija del viento y novia de las aguas". Por que esa estrofa era el triunfo del sol y de la savia frente a la congelación glacial del invierno.Era esa estrofa el tiempo presentido , el tiempo deseado , el tiempo invocado por Sevilla una vez Jijona deja de meter turrón en tu casa y el Belén se envuelve , como envueltas están las sandalias del nazareno , en papeles de periódicos . Sevilla lee poco. Pero sabe que las formas y símbolos de nuestro calendario sentimental y festivo , deben envolverse en terciopelo tosco y negro de un papel de periódico. En eso estaba por Francos , repasando en la memoria el verso de Murube que,de alguna forma, te transportaba al año nuevo sevillano ,al día uno de nuestro calendario, al Domingo de Ramos.


Y por momentos , quizás el segundo fugaz que demuestra la emoción , Francos la vi repleta de fuerza de la savia que recorre el jardín de la primavera sevillana . La flores de los palios, los claveles de San Benito , la rosa delicada de Santa Marta , una chicota con frase anónima que decía "Ni pintores ni alfareros, Costaleros Macarenos", la bulla apretada contra sus muros para dejar pasar , por favor dejen paso , el sobrio y sobre natural Cristo del Amor . Era una maña de finales de enero . Pero rememorando el verso de Murube su alquimia poética te anticipo nuestro mejor tiempo , el tiempo de Sevilla.


Aquella calle Francos leña de humedades , sola y perdida , arañada por soles conquistadores de sombras insanas , con sus tiendas pregonando solanas de manzanilla en los escaparates de trajes de gitanas o cordones para túnicas y escudos de hermandades , provocaban reuma en el alma y dolores de huesos en el viejo esqueleto de la ciudad . Pero de algún cito, quizás de una obra escondida , tal vez de un tipo que me precediera veinte metros en la calle , empezó a sonar un silbido queme proboco la primera palma rizada del año . "Amarguras".

Aquella mañana fría y tardía de finales de enero, cuando la ansiedad nos hace mirar el calendario y contar los días que faltan para nuestro año nuevo, un tipo comenso a silbar "Amarguras" en aquella calle Francos fría y glacial . Fue entonces cuando el verso que rememoraba de Murube le dio sentido a un instante fugaz de un paseo mañanero.Murube y Font de Anta en una conjunción en el corazón del caminante . Ya era primavera. El tipo seguía silbando ... Y os juro que se me quito el frío , se me acelero el pulso y pensé . Ya queda muchísimo menos...

domingo, 29 de enero de 2012

El Tabernero De Sevilla

VIERNES 27 DE ENERO DE 2012
Quien me anunciaba esta tarde su pérdida fue el mismo que me advirtió, meses atrás, que la cornada era severa. Estaba tan afectado contándome su despedida como lo está, posiblemente, media Sevilla.


Recuerdo aquel jueves de este pasado diciembre, primer día de besamanos macareno, cuando me lo encontré en el patio de la Basílica. No sabía que sería la última vez. Nos saludamos y mientras yo esperaba a quien me anunciaba esta tarde su pérdida. Después, el destino quiso que los tres coincidiésemos hablando del Real Betis Balompié por los viejos adoquines en el camino que conduce desde el Arco a Casa Mariano.


Yo me consideraba afortunado allí, desde la tribuna del viejo mostrador de regusto rancio a Pumarejo, observando a mi amigo y al tabernero, tanto al de dentro, como al de fuera, como tomaban el pulso a esta ciudad de la mejor manera que se puede tomar en esta ciudad, con buen humor. Noté, mientras contaba cualquier cosa, la importancia de esa cornada en unos ojos que quizás, ya no volverían a ver esa plaza, ni esos adoquines macarenos, ni esas gestas que vendrán desde el Villamarín. Esos ojos no eran aquellos que llevaban la olla de caracoles desde su taberna a la Velá de su cofradía, en la carpa que se instalaba en la parte trasera de su Santa Catalina.

Nadie le cantó una saeta al armazón del paso de cristo de la Exaltación al pasar por la Plaza Rialto, salvo él, en una de esas mañanas de mudá soleadas de ambiente cofrade, Tremendo y Rinconcillo, aunque él no cantaba saetas, ya lo decía Gandía. Desde ese día supe que era único, porque esas cosas no suelen ocurrir a menudo. En una taberna de Santa Catalina ocurrían esas genialidades que desde hoy, se han quedado sin quitapesares para siempre.

Que en gloria estes Pepe " Tabernero de Sevilla"

sábado, 7 de enero de 2012

Nace el año en San Lorenzo

La última hoja del calendario del año sevillano se arranca cuando la convocatoria del quinario del Señor del Gran Poder se pega sobre las de la Esperanza o la Virgen de Loreto. Porque en el calendario de la ciudad la hoja de enero es la convocatoria del quinario del Gran Poder, la primera, la de la novena de Pasión o la del quinario del Señor de las Penas de San Roque; como la de febrero es la cabeza dibujada de la convocatoria del Calvario o los nazarenos blancos de la orla de la del septenario de la Amargura; y la de marzo, antes que nada, la del besapié de Jesús Nazareno… Así hasta llegar a esa última hoja que son las convocatorias de la Esperanza o de Loreto.



¿En otros sitios el año nace en la Puerta del Sol, Trafalgar Square, Piazza del Popolo o Times Square, entre fiestas y ruidos. Aquí nace en San Lorenzo, en un silencio antiguo sólo roto por el roce de las hojas secas en los grandes árboles de la plaza y el piar de los pájaros que anuncian la llegada de la primera mañana de enero. Porque el año nuevo más hondamente sevillano no nace en la medianoche, sino en la mañana del día uno, cuando vamos a San Lorenzo a pedirle al Señor que no nos deje de su mano en la travesía del nuevo año; o en la noche de ese primer día cuando, al desembocar desde Conde de Barajas, Eslava, Cardenal Spínola o Juan Rabadán, la plaza parece bordada por Ojeda, sonar a coplas de Torres y de Eslava, oler a incienso y estar alumbrada por las quietas llamas de los candeleros dispuestos para el primero –en fecha e importancia- de los quinarios, alfa del tiempo grande de Sevilla que en esta misma plaza, tres meses más tarde, tendrá su omega en el besamanos y la salida del Señor.


El Gran Poder desborda siempre. Se sale de su paso, lo aplasta con su fuerte zancada, hace invisible su belleza. Parece a punto de romper el cíngulo que le amarra en su besamanos para vendar los corazones heridos. A duras penas puede contener su fiera ternura el altar que lo cobija. Rebosa su santa madera por la ventana que tan sabiamente la hermandad dispuso para que estuviera en perpetuo besapié. Convierte la plaza en atrio de su basílica, las calles que llevan a ella en caminos de peregrinos, la colma de sus devotos cada viernes, hace correr por ella el largo río de devoción que nace de la fuente de sus manos desde el Domingo de Ramos hasta el Martes Santo, la inunda con su resplandor cuando en la noche del seis de enero se abren de par en par las puertas de la basílica como se desgarró el velo del templo, para que ya todo sea sagrado, y la llena de sí mismo en la Madrugada. Todo empieza y todo acaba aquí, donde nada muere porque se muestra en efigie Aquel ante quien todos viven. Por eso se puede decir sin abuso que el año sevillano nace allí donde dentro de tres meses, en la "Madrugá" de abril, nacerá su Semana Santa cuando el peso de Dios haga temblar el suelo de Sevilla. En San Lorenzo.